Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Concéntrate. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida. Dilo en seguida, a los demás: «¡No, no quiero ver la televisión!». Así, con este maravilloso comienzo, arranca esta singular novela, uno de los mejores libros, a mi entender, quizás, junto a Las ciudades invisibles, del gran maestro italiano nacido en Cuba.
Decir «singular novela», tratándose de Calvino, es decir nada. Pues, en efecto, pocos autores tan talentosos, inteligentes e imaginativos puede uno llevarse al pensamiento, y al corazón. Pero es cierto que esta novela lleva hasta sus últimas consecuencias algunos de los intereses mostrados en diferentes ocasiones por el propio autor. Lo digo ya, un autor imprescindible.
Podría decirse, y se ha dicho, que hay un Calvino para cada tipo de lector. Pues bien, es muy posible que todos ellos confluyan en este libro. Una novela que habla, sin duda, del placer de leer novelas. Un homenaje a la lectura y al acto de abandonarse a la ficción, pero, sobre todo, una novela que homenajea al lector, cediéndole el protagonismo absoluto. Es este planteamiento el que, se me antoja, supone un gran acierto pues Calvino, en su escritura, demuestra una empatía brillante con los anhelos y preocupaciones del lector común, proponiéndole un juego constante que aleja el tedio. En muchas ocasiones, con resultados intelectuales bien simpáticos y memorables, como se puede apreciar en esta página:
Conque has visto en un periódico que había salido Si una noche de invierno un viajero, nuevo libro de Italo Calvino, que no publicaba hacía varios años. Has pasado por la librería y has comprado el volumen. Has hecho bien.
Ya en el escaparate de la librería localizaste la portada con el título que buscabas. Siguiendo esa huella visual te abriste paso en la tienda a través de la tupida barrera de los Libros Que No Has Leído que te miraban ceñudos desde mostradores y estanterías tratando de intimidarte. Pero tú sabes que no debes dejarte imponer respeto, que entre ellos se despliegan hectáreas y hectáreas de los Libros Que Puedes Prescindir De Leer, de los Libros Hechos Para Otros Usos Que La Lectura, de los Libros Ya Leídos Sin Necesidad Siquiera De Abrirlos Pues Pertenecen A La Categoría De Lo Ya Leído Antes Aún De Haber Sido Escrito. Y así superas el primer cinturón de baluartes y te cae encima la infantería de los Libros Que Si Tuvieras Más Vidas Que Vivir Ciertamente Los Leerías También De Buen Grado Pero Por Desgracia Los Días Que Tienes Que Vivir Son Los Que Son. Con rápido movimiento saltas sobre ellos y llegas en medio de las falanges de los Libros Que Tienes Intención De Leer Aunque Antes Deberías Leer Otros, de los Libros Demasiado Caros Que Podrías Esperar A Comprarlos Cuando Los Revendan A Mitad De Precio, de los Libros Idem De Idem Cuando Los Reediten En Bolsillo, de los Libros Que Podrías Pedirle A Alguien Que Te Preste, de los Libros Que Todos Han Leído Conque Es Casi Como Si Los Hubieras Leído También Tú. Eludiendo estos asaltos, llegas bajo las torres del fortín, donde ofrecen resistencia
los Libros Que Hace Mucho Tiempo Tienes Programado Leer,
los Libros Que Buscabas Desde Hace Años Sin Encontrarlos,
los Libros Que Se Refieren A Algo Que Te Interesa En Este Momento,
los Libros Que Quieres Tener Al Alcance De La Mano Por Si Acaso,
los Libros Que Podrías Apartar Para Leerlos A Lo Mejor Este Verano,
los Libros Que Te Faltan Para Colocarlos Junto A Otros Libros En Tu Estantería,
los Libros Que Te Inspiran Una Curiosidad Repentina, Frenética Y No Claramente Justificable.
Y es que esta novela tiene también algo, o mucho, de ensayo sobre la propia lectura. Y ofrece continuas reflexiones como esta: El aspecto en el cual el abrazo y la lectura se asemejan más es que en su interior se abren tiempos y espacios distintos del tiempo y del espacio mensurables. Algo que a mí me interesa especialmente. Seguramente por ello haya gastado mi lápiz y doblado tantas esquinas a las que me gustaría volver; no olvidar. (Antes respetaba más el papel; con la edad me voy permitiendo más licencias en su magreo).
Otro asunto que debo destacar es el de su compleja estructura. Si una noche de invierno un viajero es una novela construida a base de distintas novelas que se van interrumpiendo unas a otras, de tal manera que, finalmente, el lector, lo que lee son diez inicios de novelas apócrifas, todas muy diferentes entre sí (novela de la niebla, novela de la experiencia corpórea, novela simbólico-interpretativa, novela político-existencial, novela cínico-brutal, novela de la angustia, novela lógico-geométrica, novela de la perversión, novela telúrico-primordial y novela apocalíptica). Pues el protagonista (ya hemos dicho: el lector/a) empieza diez veces a leer un libro que por razones ajenas a su voluntad no consigue acabar. Fragmentos iniciales que uno también puede leer casi a modo de cuentos pues funcionan de forma autónoma.
Me parece arriesgado, pero original. Arriesgado porque, cuando el lector empieza a acomodarse y querer saber más sobre cada una de las historias, se ve obligado a pasar a la siguiente, lo que puede generar constantemente una insatisfacción demasiado intensa. Original, porque la idea de construir una novela de esta naturaleza, sin duda lo es, pero especialmente porque, si bien no consigue captar continuamente el interés del lector, sí logra que el elefante avance, funcione y se abra hueco en tu memoria.
Calvino es uno de los grandes clásicos contemporáneos. Y, en Siruela, en la colección BIBLIOTECA CALVINO, tenemos la suerte de poder encontrar sus obras más significativas así como una amplia muestra del resto de sus textos. Una buena excusa, por otra parte, para volver a rastrear en ellos otro poeta y narrador magno: Cesare Pavese.
Carlos Torrero
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