Páginas: 199
Editorial: Páginas de Espuma
Año de publicación: 2024
Un lugar mejor es lo que queremos todos, supongo, y es el fantasma realista que recorre todos los cuentos de este último libro de Pedro Ugarte que, una vez más, explora los abismos en la prosa de los días corrientes, de la gente corriente, que tiene una buena cuenta corriente o, al menos, cuenta con unas condiciones de vida lo suficientemente acomodadas para poder preocuparse por otros asuntos menos urgentes, pero de grave peso y, en muchas ocasiones, acusada angustia existencial. Y, en esa línea, la prosa de Ugarte es de un equilibrio exquisito entre contenido y expresión. Del mismo modo que el endecasílabo se acomoda, como ningún otro verso, al ritmo armonioso de la exploración interior poética, hay algo en la pausa, distribución acentual, concisión y serenidad de Jorge que abraza al lector en las avenidas de la ciudad y lo acompaña hacia un nuevo lugar sin pirotecnias efectistas que hartan ni excesiva afectación, sin la esclavitud de querer convertirlo todo en algo espectacular; un lugar mejor, también como lector.
Si bien es cierto que, como observó el gran Eloy Tizón, «al cuento actual le han saltado las costuras», también lo es que hay un tipo de cuento menos nervioso y arriesgado, más clásico si se prefiere, que bien conducido es un representante casi imbatible. Uno piensa, claro, en algunos cuentos de Chéjov, Fitzgerald, Mansfield, Borges, Salinger, William Carlos Williams, Munro o el propio Cheever, con el que a veces lo asemejan por su magisterio, crítica y retrato de una «clase media» que tiene sueños medios. Sin embargo, algunos cuentos de estos grandes autores han envejecido regular, o a mí me lo parece; algo que no me sucede con el autor vasco. Y, aunque sí concedo evolución, como no puede ser de otra manera, lo cierto es que puedes leer su obra en orden cronológico inverso y encontrar los mismos intereses y solidez narrativa, el mismo placer lector. Si alguien tiene dudas, puede abrir «Guerras privadas», Premio NH de Relatos en 2002.
De esta estupenda y última colección de cuentos Un lugar mejor (Páginas de Espuma, 2024), con un esqueleto limpio, bien estructurado en cuatro secciones (Estación de la memoria, Estación de la soledad, Estación de la mentira y Cuentos de la última estación), nos ha gustado especialmente la madurez y el esplendor alcanzados en cuentos como «Éramos tan felices», «¿No podría morirse ese animal?», «Balada de Rowena Trevanion», «Un lugar mejor» o «Niños jugando a la guerra con pistolas de verdad», y menos, la senda tomada en «Ulises y los mapaches», sin que por ello desmerezca su depurado conjunto.
Definir es limitar, y nada más lejos de nuestra intención. Sin embargo, con vocación instrumental, podría definirse el cuento como la narración de un suceso notable o insólito, aparentemente sencillo, que puede revelar importantes valores existenciales y, en muchas ocasiones, tiene un final abierto, cuyas características más destacadas son su tendencia a la condensación y a la síntesis, la escasez de personajes, la marcada presencia de la simbolización y la potenciación del lenguaje como consecuencia de la brevedad. Y, en ese difícil arte que muchos amamos, Pedro Ugarte es, por derecho propio, un narrador magno.
En tiempos extraños en los que uno parece un extraterrestre por no estar en sintonía con algunas modas narrativas y endogamias mediocres, la obra de Pedro Ugarte se me antoja un buen punto de anclaje. La felicidad exhibe falta de tensión interna, con frecuencia, y no goza de buena prensa ni es un buen caldo de cultivo, por lo general, para la creación artística. Pero las tinieblas que nos impiden asediarla sí cuenta nuestra historia.
Carlos Torrero
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