
Un libro hermoso y terrible, como el jazz
Literatura y jazz. Estas dos expresiones artísticas han ido a menudo de la mano, pues son numerosos los escritores que han buscado trasladar los ambientes del jazz, sus músicas y las biografías de sus intérpretes más icónicos al terreno literario en sus poemarios, novelas y relatos. Sin embargo, para ser sinceros, se han visto escasamente correspondidos por sus colegas músicos a la hora de servir de inspiración. Puede que esta relación unidireccional tenga que ver con aquello que apuntaba Borges cuando decía que: «todas las artes aspiran a la condición de música» y, añade un servidor, no al revés.
Pues bien, Pero hermoso, el libro del escritor inglés Geoff Dyer, cumple con esta premisa borgiana. Desde su arranque, el lector adivina que lo que el autor busca, y consigue, es trasladar a su prosa los fraseos de los intérpretes que sirven de soporte narrativo a estos relatos, hilados por retazos de un interminable viaje en coche de Duke Ellington acompañado de su inseparable Harry Carney. Ya en el primer relato su forma de narrar nos trae a la cabeza ecos del saxo aterciopelado de Lester Young, con esos típicos fraseos del Presidente que a veces parecen quedar incompletos. A medida que leemos, creemos escuchar el contrabajo furioso de Charles Mingus, la nota sostenida en el saxo de Ben Webster o el modo en que Monk transforma el piano en un sistema de comunicación para que oigamos la combinación de notas del modo peculiar en el que la música sonaba en su cabeza. A mitad de camino entre la realidad y el mito, Dyer apunta anécdotas conocidas. Viejas postales tratadas como standards. Esa mezcla de ficción y realidades sacadas de las vidas de músicos como Chet Baker, Art Pepper o Bud Powell nos acercan al drama del alcohol, las drogas y la psicopatía. Al mismo tiempo nos recuerda que muchos de estos músicos, cuando no empuñaban sus instrumentos como un arma llena de futuro y evolución constante, eran personas corrientes, casi groseras. Pero capaces de transformarse en ángeles proféticos cuando improvisaban en un escenario.
Para los amantes del jazz y de la literatura, Pero hermoso es una oportunidad para disfrutar con una interesante propuesta que nos conmueve y que huye, afortunadamente, de esa costumbre tan en boga de transformar un libro en poco más que una lista comentada de Spotyfi.
Manuel Valderrama Donaire
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