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EPÍSTOLA A ÁLEX PRADA, autor de Comida y basura (Seix Barral, 2020)


Foto: Inés García del Castillo


EPÍSTOLA A ÁLEX PRADA

Por Carlos Torrero


Póngase cómodo y túmbese en la camilla. Gracias. En primer lugar, me gustaría decirle que, aunque no nos conocemos, yo ya me había cruzado con usted en varias ocasiones. La primera vez fue en un prólogo que escribió para un fantástico libro de relatos titulado Leña (Maclein y Parker, 2015), de José Pedro García Parejo. Y me quedé con lo acertado de sus palabras. Aquel libro tenía todo el costumbrismo y la belleza de los descampados de mi pueblo y, a la vez, ese aire que recuerda a los grandes maestros americanos del relato. Después, una tarde lluviosa en la que caminaba en círculos, me desvié para entrar en un establecimiento de cervezas artesanales y cosas varias —ahora ya muerto—, La Jerónima, y husmeando entre sus estanterías di con un libro titulado Diálogo de perros y ángeles (Huerga y Fierro, 2016), firmado por usted. Un conjunto de relatos que me pareció una propuesta muy sugerente, diferente a lo que suelen ser los libros de cuentos. Especialmente los vinculados a las figuras de Giacometti y Fray Luis de León, paisano mío. Más tarde, cayó en mis manos un poemario, Epopeyas de bolsillo, también editado por la editorial sevillana Maclein y Parker, una apuesta valiente y bella que muestra cómo la poesía se puede encontrar en la épica de las cosas mínimas y no en el resplandor de un ejército de palabras o caballos a contraluz, al atardecer. Finalmente, me hice con su primera novela, Comida y basura, nada más y nada menos que publicada por Seix Barral sin premio mediante y que le ha colocado entre los narradores contemporáneos andaluces de mayor proyección.

Bien, le haré una serie de preguntas. Responda sin pensar mucho. Estamos aquí para ayudarle.


Cuando debe rellenar un formulario, ¿qué pone usted en el espacio destinado a profesión? ¿Médico? ¿Escritor? ¿Narrador y poeta? ¿Bético?

Ja, ja, ja, ja. Empezamos fino. Estoy buscando terapeuta para poder responder justo a esta pregunta porque no lo tengo claro. Estoy ahora mismo en una crisis existencial bastante potente. No por lo de bético, que lo tengo nítido, cada día más, pese al manquepierda, sino por lo de médico o escritor, escritor o médico. Es cierto que ahora me siento más capaz de poner en un formulario “escritor” que hace unos años. Y por supuesto que me gustaría que las circunstancias me dejaran durante un tiempo “vivir” de escritor (he probado un tiempo concreto con una beca y un permiso en el hospital y creo que no se me dio mal del todo el “ritmo”) pero soy consciente de que es algo sumamente complicado (que no imposible). De todos modos ambos mundos, por ahora, se complementan bastante bien, el hospital me pone los pies en la tierra y el escaso tiempo que tengo para escribir me hace ser mucho más certero (o eso creo yo).


De no haberse dedicado a lo que se dedica, ¿qué le hubiera gustado ser?

Cantaor flamenco, me gustaría haber sido el reverso ortodoxo de El Niño de Elche, tener su laringe y su capacidad vocal (creo que no exagero si digo que desde Camarón no ha habido nadie tan privilegiado como él en ese sentido) pero hacer palos antiguos, nada de experimentación —y hacer giras con pinta de rock star a su vez, como si Keith Richards hubiera nacido en Jerez y le diera a los martinetes—.


¿Cuántas comidas hace al día? ¿Recicla?

Comidas, las de toda la vida (bueno, aperitivo fines de semana incluido), y sigo llamando al almuerzo “almuerzo” pese a llevar tantos años en Madrid.

Reciclo desde hace años pero este verano tuve una experiencia que me ha dejado tocado. Estuvimos en una casa rural en Mallorca autoabastecida con energía solar y eólica, etc., y tenían un sistema de recogida de basuras muy complejo, tanto que ya molestaba casi. En un momento me vi clasificando la basura en mil bolsas distintas, sudando la gota gorda mientras encima de nuestras cabezas pasaban aviones cada 3-5 minutos, sin exagerar, era así casi las 24 horas del día… ¿Qué representaba yo, hormiguita clasificadora de basuras, al lado de todo ese trajín imparable de aviones?


¿Hace ejercicio? ¿Cuál?

Intento parecerme a esos yupis de las películas americanas que se subían un rato a la planta alta del rascacielos con una camiseta gris sudada y la toalla al cuello, haciendo cinta y pesas mientras seguían trabajando con el teléfono móvil. Como no paro ni un segundo, entre jaleo y jaleo hago mi tabla básica para mantenerme decente. Tengo pánico real, casi obsesivo, a engordar así que, en cuanto me veo algo de tripa, me subo a lo más alto del rascacielos a sudar (lo del squash todavía no lo frecuento, por cierto, otro hito estético metido en la cabeza por tanta película americana de los noventa).


¿Un escritor nace, se hace o se deshace?

Hay algunos que nacen, otros que se hacen (o incluso los hacen, a estos siempre se les nota, claro) y otros que siendo ya escritores DE VERDAD se deshacen, para bien o para mal. Y hay otra vuelta de tuerca más a esto, el que nace pero no le sale, quiero decir, el que lleva dentro como un “quiero literario” pero luego no puede porque simplemente no tiene “eso” que hay que tener. Por esto que digo quizás no creo mucho en los talleres de escritura. Igual los pruebo alguna vez y cambio de opinión, pero cuando pienso en lo que realmente me ha emocionado como lector hasta la fecha entiendo que no ha podido salir de un taller sino de “otro lugar”.


¿Qué otros médicos escritores además de William Carlos Williams, Bulgákov y Chéjov nos podría recomendar?

Baroja no, que está muy demodé. Yo admiro mucho a Goethe, que no era médico pero que de repente tenía una veta científica, de anatomista, muy interesante, incluso hay un hueso clave en la evolución ósea de la boca en algunos animales que fue descrito por él.


Tengo muchos colegas de profesión médicos, o abogados, que apenas leen ficción porque ya deben leer por su trabajo mucho texto técnico o literatura científica. ¿Usted cómo lo lleva?

No creo que no se lea ficción por falta de tiempo o por estar demasiado ocupado. Yo, como siempre he sido muy aplicado, sufro a veces por la sensación de que quizá tenía que leer más sobre medicina… En cuanto a la ficción, siempre encuentro el momento para leer poesía o novelas, también ensayos. No puedo dejar de hacerlo.


Descríbame, de forma coloquial, su mesa de trabajo.

Como tengo dos trabajos, hay que empezar a creérselo desde ya, describo dos mesas:

La del hospital: lista de quehaceres pendientes, carpeta de informes y apuntes sobre los pacientes realmente graves, libros de medicina, debajo de los libros de medicina el Babelia (a veces incluso algún librito pequeño, un poemario o una novela corta) por si acaso, jarrillo de lata con agua y mucha papelería de propaganda farmacéutica, bolígrafos, clips, grapadora, etc.

La de escribir: pila de libros que estoy usando en ese momento como documentación, vaso de whisky (qué peliculero, sí, es así), en ocasiones me rodeo de fotos o recortes de revistas, etc., que pueden darme un entorno llamémosle “estético”. A mí me entra mucho todo por los ojos, si estoy escribiendo sobre un personaje en plena tundra tengo siempre cerca fotos de tundras, etc.


Ahora descríbame, literariamente, su mesa de trabajo. Le escucho.

El pobre diablo andaba de aquí para allá, nervioso porque le faltaba el broche al capítulo que entonces tenía entre manos, quería cerrarlo con algo impactante, con esa vuelta de tuerca ingeniosa que se le clava al lector directamente en el estómago. Entonces, en un descuido, mientras buscaba entre la pila de libros y papeles aquella novela rusa que podía servirle de inspiración, derramó el vaso de whisky y el aromático contenido fue surcando atlas geográficos y anatómicos, una revista de microbiología, varios Onettis, incluso se atrevió con Palmeras salvajes de Faulkner hasta detenerse contra el invencible dique de las entrevistas completas de Paris Review en su edición de Acantilado. (¡VAYA CURSILADA!)


Cuénteme, Álex, todos tenemos dos o tres temas que nos obsesionan. Tal vez, uno. Los escritores más, si cabe. ¿Cuáles son los suyos?

En Comida y basura hay muchos temas que ya salen en los poemarios previos, los ciclos por ejemplo, yo soy muy fans, así en plural, de procesos naturales que si se analizan fríamente parecen verdaderos milagros, la fotosíntesis (convertir la luz en comida, así hablando mal y pronto), los ciclos del carbono o del nitrógeno (esas bacterias del subsuelo que construyen el nitrógeno de nuestro ADN por ejemplo). El mundo rural, la naturaleza en general, con esa mezcla de benevolencia y descarnamiento, también está muy presente siempre. Hay cosas que no me salen nunca (estoy en ello, a ver si rompo estos hielos), por ejemplo personajes rematadamente malvados (a lo Cormac McCarthy).


Sabemos de su admiración extrema por Francisco Umbral, autor controvertido cuya burbuja, cada equis años, explota y vuelve a empezar. A mí particularmente me parece el autor de libros y artículos memorables, de lectura obligatoria, y un personaje fascinante, pero también es cierto que, siendo tan prolífico como fue, muchas obras, especialmente varias de sus novelas o su propia poesía no llega al mismo nivel de excelencia, me temo. Él mismo no se consideraba poeta, si bien en varios de sus libros se puede encontrar uno con la poesía más pura. ¿Ha leído usted el poema que le dedicó a Inma del Moral? ¿Qué opinión le merece?

Efectivamente su obra poética, paradójicamente, creo que no está a la altura de la poesía (o la lírica, como queramos llamarla) que Umbral maneja como nadie en su prosa y en sus lecturas predilectas. Pero, para mí, los puntos débiles de su extensísima obra son muy escasos, anecdóticos. Creo más bien lo contrario, que hay auténticas joyas desconocidas o mucho menos transitadas que sus clásicos, como pueden ser Madrid 650 (para mí de sus mejores libros), Los amores diurnos, Si hubiéramos sabido que el amor era eso, Balada de gamberros... Y luego está el Umbral teórico, creo que nadie ha llegado a su brillantez analizando la obra de otros autores. Si de verdad alguien quiere aprender de literatura, que lea sus libros sobre Lorca, sobre Valle, pequeñas joyas como Los alucinados o Las palabras de la tribu. Y por encima de todo, su libro sobre Larra. En fin, que a mi Umbral ni tocarlo, ja, ja, ja.

Y ojo que a Inma del Moral la llama “chica de enfrente/ amor inesperado”, ¿es o no es certero, emocionante, y, por lo tanto, brillante?


Manos del escritor y obra


Hasta el momento, había publicado en diferentes editoriales independientes. ¿Ha notado el cambio de pasar a hacerlo con un sello más grande? ¿Qué ventajas e inconvenientes encuentra en ello? ¿Cómo fue ese momento en el que le avisaron?

Esto toca uno de los momentos más especiales de mi vida, claro. Yo quería mandar, aunque fuera a lo bruto, el manuscrito de mi primera novela a una editorial grande y que fuera afín a mis gustos literarios, en el fondo yo sabía que el manuscrito podía tener posibilidades pero también era consciente de que yo era (y sigo siendo) lo que se dice un “mindundi” en el mundo de la literatura. Así que mandé el texto vía email a un amigo de un amigo de un amigo que trabajaba (trabaja todavía, gracias a Dios) en Seix Barral y pasó casi un año hasta su respuesta. Cuando me llamó el editor de Seix Barral, Jesús Rocamora (grande entre los grandes), y me dijo que aquello le entusiasmaba (con un entusiasmo de esos que te desbordan, no me podía creer todas las maravillas que me decía de mi novela en su llamada) me tuve que sentar literalmente en el suelo porque me fallaron las piernas.

Luego han ido pasando cosas muy potentes. El día que fui a las oficinas centrales de Planeta en Barcelona (aunque fichas por Seix Barral, en realidad fichas por Planeta, ya se sabe) a recoger el primer ejemplar físico de Comida y basura me encontré en el ascensor al mismísimo gurú Pere Gimferrer, una especie de “montaña basura de los Fraggle” en Seix (tienen su despacho, atestado de libros, como lugar adonde ir a preguntar cualquier cosa cuando nadie sabe qué hacer), y sin mediar palabra me dice algo así como “Hombre, Álex Prada, oye, ¿de dónde has sacado esas recetas del libro? ¿Y esas formas coloquiales? Enhorabuena, hombre”. ¡Me conocía! ¡Y se había leído ya mi novela!

Dicho esto, he disfrutado muchísimo con el trabajo de edición dentro de una editorial “grande” como Seix, soy consciente de que las personas que miman mis palabras (desde un respeto enorme, eso también es muy valioso) son las mismas que miman las palabras de Carson McCullers o Manuel Puig y eso es impagable. En las editoriales pequeñas previas viví momentos inolvidables, manosear tu primer libro editado, el cariño que recibes tan cercano, los eventos iniciales, y ahora tengo la inmensa suerte de trabajar con personas de primer nivel que me dan una visión de la literatura con la que llevo soñando desde niño. Tengo que decir que yo pongo toda la carne en el asador con la literatura, doy el mil por cien, mi pasión es absoluta, mis ganas de seguir escribiendo cada vez más y mejor son imparables, y que esa “energía” que le pongo se vea tan mimada por gente tan de primer nivel es algo que no se puede describir con palabras.


Su último libro, Comida y basura (Seix Barral, 2020), es una novela que huye de la literatura del yo confesional, tan en auge últimamente, para adentrarse en una historia que bebe de la tradición rural y resuena, salvando las distancias, a Delibes o Ramón J. Sender y, a la vez, conecta con propuestas rurales más contemporáneas como las de Santiago Lorenzo o su destacado compañero de catálogo Jesús Carrasco, sin renunciar a una estructura original y una voz propia. ¿Qué le parece cómo fue recibido el libro? ¿La pandemia le afectó mucho?

Ay. Yo venía de la “nada” y de repente me vi con emails de Jesús Carrasco, Santiago Lorenzo, Isaac Rosa, Marta Sanz, Montero Glez., en los que me decían que habían flipado con mi novela, no lo decían así sino peor, con textos complejos, sesudos, inteligentísimos, profundos que guardo como oro en paño. Luego tuvimos el entusiasmo enorme de un lector voraz y muy fino como es Bob Pop, que se apuntó encantado de presentador del libro en Madrid. Yo, con todo eso a cuestas, con el subidón de estar en Seix Barral, me vi en la Central de Callao de Madrid llena (gente incluso se quedó fuera porque no cabíamos) presentándolo y no podía dejar de pensar que igual aquello iba a ser un pelotazo. Pero a los 2 días, ni más ni menos, me vi en una reunión de urgencias en mi hospital comunicándonos que nos trasladaban a trabajar en planta covid para hacer frente a algo inaudito que luego fue más inaudito aún. Perdimos ferias internacionales y nacionales de libros, entrevistas que ya teníamos cerradas, sí que se hizo promoción pero muy mermada, y, para alguien que estaba empezado con una novela además podemos decir que “exigente” o “poco popular” según su forma y su enfoque, todo eso creo que influyó en que no tuviera más repercusión que la que tuvo. Luego hay muchos motivos no controlables en el éxito de un libro, yo “de mayor” efectivamente quiero vivir lo que vivió mi compañero (y cada vez más amigo, qué lujo) Jesús Carrasco con Intemperie, pero eso ocurre una vez cada 50 años y como digo hay muchos motivos misteriosos que se dan o no se dan y punto. Lo mejor de todo es que tengo (¡todavía!) a la editorial de mi parte, siguen creyendo en mí pese a que (¡todavía!) no vendamos diez o doce ediciones.


Me atrevería a decir que su novela no es la típica primera novela de un poeta, como a veces se dice en algunos círculos, no sin un matiz despectivo. Parece que los novelistas distinguen rápidamente este tipo de propuestas, pues normalmente son historias fragmentadas donde los personajes quedan muy deslavazados y una voz demasiado lírica atropella al propio narrador/a. ¿Cómo vivió ese salto? ¿Le dio vértigo?

Para mí fue natural. Me había llegado el momento de hacer un “proyecto” de mayor envergadura, quería meterme hasta lo más profundo en todo eso de trabajar una trama y unos personajes y una estructura y unos tiempos concretos y eso de “introducción-nudo-desenlace”. Lo más difícil, como precisamente me dijo mi editor al inicio de nuestra relación, ya lo tenía, que eran “las palabras”, la “lírica”, “la voz”, ahora solo había que sentarse y currar. Y lo pasé en grande. Por ejemplo, una de las cosas más gustosas de esto es el proceso de documentación, clasificar en casa los libros que son referencia, los recortes de prensa, los artículos que servirán para la verosimilitud y para las peripecias… Ese trabajo lo disfruto mucho y en una novela me parece esencial y lo adapté a mi forma de trabajar en literatura, como digo, de forma muy natural, siendo consciente de que “era lo que me tocaba hacer”.


Y la última. Imagino que el panorama literario sevillano se verá distinto desde Sevilla que desde Madrid. ¿Puede usted contarnos algo de esa visión externa que se tiene de nuestra ciudad, más allá de los grandes nombres que con tanta visibilidad suelen contar, quiero decir?

Salir, mudarse, irse, no digo nada que no sepamos todos, amplía la visión de la tierra de uno, ayuda a entender muchas cosas que teniéndolas al lado no ves. Yo soy más capillita, más rociero, más bético y más flamenco desde que vivo fuera, lo tengo claro. Y sigo siendo de grandes nombres, Cernuda, Juan Ramón o Aleixandre son monumentos que para mí no pierden ni un solo día su brillo. Agradezco mucho el trabajo con la editorial paisana mía Maclein y Parker (con la que saqué un poemario el mismo año que se publicó mi primera novela) porque de repente me topé con un catálogo lleno de gente que hace LITERATURA con mayúsculas y que me ha inspirado mucho. Es una pena que este tipo de iniciativas literarias que nacen de la autenticidad, del verdadero esmero por publicar cosas buenas, no tengan a día de hoy la atención que se merecen.


Andará escribiendo algo. ¿Algo que quiera y pueda compartir conmigo en estos momentos?

Estoy deseando contarlo. Hay ya un acuerdo para seguir con un segundo proyecto en Seix Barral, lo cual ya es todo un logro para mí, seguir convenciéndoles de que pese a que (todavía) no soy un best-seller, hay una intención de “carrera”. En palabras de mi editor, si aceptamos Comida y basura como un EP de inicio, pequeño pero matón a su vez, ahora queremos hacer un doble álbum con producción nivel Rosalía con El Guincho, nivel Quincy Jones (toma ya). Tanto la editorial como yo somos conscientes de que no queríamos hacer un “Comida y basura parte 2” y la nueva historia es, aunque con la misma intención de estilo, de lírica, de forma trabajada hasta el máximo, muy distinta en su enfoque y en su trama, en su tiempo y en su recorrido, en su extensión y en su complejidad. La intención inicial es salir en 2022, ya estamos ultimando la (pen)última versión del texto para seguir dando los pasos de edición hasta su versión final. ¡Ojalá el año que viene tengamos entonces otra oportunidad de charlar con la excusa de su lanzamiento!


De acuerdo, ya hemos terminado por hoy, incorpórese lentamente y póngase los zapatos. Muchas gracias. En la entrada encontrará un poco de vino de naranja y unos dulces nazarenos. Con eso esperamos se lleve usted un buen sabor de boca. Gracias por acudir a la consulta. ¡Felices fiestas!




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