Carta de restaurante en endecasílabos con rima interna, de Laslo Vasconcelos
Pídeme caracoles con frijoles.
O mejor con arroz y muchas coles.
¿Me aconsejas lentejas con orejas?
¿Y una media de almejas? ¿Y mollejas?
¿Cómo están los garbanzos de Betanzos?
No te manches la ropa con la sopa.
¿La ensalada va fría o va templada?
Los guisantes con huevos, humeantes,
con salsa de comino y vino fino.
¡Berenjenas rellenas con cayenas!
El plato es abundante y muy picante.
Se requiere cerveza con certeza.
¿Te opones si pedimos boquerones?
¿Prefieres codornices o perdices?
Yo prefiero cordero de primero.
Solomillo en su salsa con tomillo.
Chorizo y calabaza en pan de hogaza.
Parrilla de costilla y de morcilla.
Cambiemos el mantel para el pastel.
De remate pedimos chocolate.
Yo me lo tomaré con un café.
Pues yo me daré un lujo. Trae orujo.
Beatusille (por decir algo)
Pues yo me daré un lujo. Trae orujo,
que en buena compañía bebería
hasta caer redonda en plena ronda.
Pero seré prudente, que la gente
tiene la lengua larga, y vaya carga
ser fea y bebedora y escritora,
y que te sobre un kilo, y que el estilo
de tu último poema sea un problema
sin solución posible; que sea horrible
cada voz, cada rima; que dé grima
escucharlo en voz alta. «No hace falta»,
me dirán sin respeto. Y yo prometo,
poniendo por testigo al enemigo
de este florido verso que disperso
con tamaña alegría, que me iría,
si posible me fuera, la primera
a una ermita pequeña a coger leña,
a vivir de mi huerto. Ya lo advierto:
que tengo al de Belmonte de horizonte,
su descansada vida por querida,
su humilde estado como el más amado
y el corazón rendido al colorido
de un campo imaginario y rutinario
donde encontrar abrigo en un quejigo
mientras llega la muerte. Vaya suerte.
Pimpinillas (un vis a vis), del Marqués de Valderrama
Por ingratos que seáis,
encadenaremos versos
hasta volver a los bares.
No importa que nos leáis
o nos ignoréis perversos.
Rimar nos quita pesares.
Rimar vinos con cerveza,
con vodka, güisqui u orujo,
todo tipo de licores;
que quien a beber empieza
sentirá, como un embrujo,
que vive tiempos mejores.
Encabalgaremos vasos
con brindis en consonante
y metáforas con hielo.
De estrofas no habrá retrasos
si el tequila es abundante
o el licor de caramelo.
Elevemos, pues, la copa,
alcemos amables cantos
por nuestro próximo encuentro;
que, juntándose la tropa,
se acabarán estos plantos
que llevábamos por dentro.
Cadáver exquisito, de PhilomenaDuvoltier y el Marqués de Valderrama
A la velocidad de las palabras,
cáscara amarga de la antigua inocencia,
una moneda al sol en agosto.
En tus ojos el cava burbujea
y el telón deja un hálito siniestro,
que se pierde entre flores muertas,
que adornan mi suelo de piedras vivas,
que señalan el regreso
al dolor, al llanto primero.
El anuncio de tus ojos cerrados
que tu mano abrirá cuando las olas,
el avance, la violencia, la calma,
el sonido mullido de tu saxo
deletreándome las piernas. Pero las calles hierven.
No hay noche sin drama.
Digo adiós a este juego compartido
en el que tú y yo y nosotros y la luna
sola, reina de las estrellas y los grillos.
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