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  • Foto del escritorDr. Goodfellow

EL RETO DE LOS POEMAS ENCADENADOS III



Copla de arte mayor (I), de Ptolomeo Spumoso

Ni uno solo pude oír por sigiloso.

Ninguno atronó el sosiego con sus sones.

Disimularon sus salvas los cañones.

Lo quiso anónimo su autor, vergonzoso.

Por más que seguí su rastro sospechoso

no fui capaz de encontrar su procedencia.

Enmudecerlo requiere de experiencia.

Un mal descabezamiento es peligroso.

Puede transformar su estado gaseoso

en líquido que se embalsa en los calzones.

No conviene desmochar sin precauciones

a no ser que uno se sepa virtuoso

y no le importe que sea más oloroso.

Es sabido que si el cuesco se silencia

aumentará de fragancia su presencia

y dejará al que lo sufra quejumbroso.

Los malos vates, al váter. Autocrítica (y II), de Eva Nescente

Y dejará al que lo sufra quejumbroso,

pues triste resulta la falta de dones,

las no-habilidades de las que dispones;

por mucho que quieras sentirte orgulloso,

mejor te valiera quedar silencioso,

ensayar olvido, demostrar prudencia,

arrojar tu verso a la indiferencia,

aunque ese desprecio te sea doloroso.

Por eso me atrevo, me aventuro y oso

a decir que calles, por mis dos co…,

que hieres mi oído como ni supones,

que ganas me entran de arrojarme a un foso.

Será que el encierro me pone nervioso,

que me sobra odio, me falta paciencia.

A ver si me inhibo y encuentro la esencia

feliz del Nirvana, que esto es horroroso.

Y copla de arte mayor (y III) (sin una arruga), de PhilomenaDuvoltier

A ver si me inhibo y encuentro la esencia

de esta copla de arte mayor tan compleja

que mi ineptitud para el verso refleja

y me deja a pie de estrofa, sin paciencia.

A quien lea, imploro su benevolencia,

ya que la poesía no es sagrada vela,

ni es luz divina, ni faro que cela,

tan solo palabras, humana experiencia.

Tercetos encadenados (yI), de Tomás Tomenos

Solo palabras, humana experiencia.

Fantasmas de tinta garabateada.

Folio en blanco, papel, inexistencia.

La mano de un dios de pluma afilada

crea mundos con la punta de los dedos.

Dibuja cicatrices en la nada.

Inventa personajes, trama enredos.

Tiempos y espacios nuevos imagina.

Los anuda a tus sueños y tus miedos.

Engendra el demiurgo en su rutina

de avezado escritor, con elocuencia,

un universo entero y lo fulmina.

Tercetos encadenados (y II), de Eva Nescente

Un universo entero y lo fulmina,

una llama que arde y se hace nieve,

una montaña honda y cristalina.

Reposo en el ciclón, tornado leve,

un mar gigante y dulce como lava

que hiela mariposas cuando llueve.

Un júbilo, un dolor que no se acaba,

una espina en la sien que huele a rosas,

un puñal que se clava y se desclava.

Un estruendo de voces silenciosas,

la aguda claridad de un trino grave,

el pudor de las almas valerosas:

esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Y tercetos encadenados (y III), de PhilomenaDuvoltier

El pudor de las almas valerosas.

La idiotez del altivo dirigente.

Las ovejas ciegas y rencorosas.

La muerte funcionaria, ¡qué eficiente!

En lo profundo, una luz se apaga.

Traiga la mar el viento de poniente,

la quimera del loco con su llaga,

porque donde la vida late, muere.

Siempre justo al comienzo el fin amaga.

Escribe tú mis versos esta noche (I, en verso blanco), de SusánTidá

Siempre justo al comienzo el fin amaga

y si llego al final todo comienza.

Escribe tú mis versos esta noche.

A mí me salen tristes y rabiosos.

Bosquejo versos blancos y son negros,

la foto en negativo de otros versos.

Pon tú banda sonora a este silencio

de ciudad transformada en mausoleo.

Esta calle sin gente no es mi calle,

ni esta gente sin calle es ya mi gente.

Trae la mañana niebla de balneario,

andares de leproso y sol de tisis.

Esta danza macabra de la tarde,

este fúnebre baile del ocaso,

no han de lucir bordadas mis palabras.

Te dejo que las vistas con las tuyas.

Pon tú la colgadura de la rima.

Ordena las estrofas si hay estrofas.

Tañe el tambor cansino con tu ritmo.

El pulso de estos versos no es mi pulso

ni esa pus en el cielo son estrellas.

Este cielo sin luna no es el cielo.

Este desvelo insomne no es vigilia.

A la vida sin vida a la que canto

voy a romperla a tiras descendentes.

Así tú las reescribes a tu antojo.

Este poema oscuro es tu poema.

Describe tú esta noche con tus versos.

La noche (y II, en verso blanco), Eva Nescente

Describe tú esta noche con tus versos,

retrata los reflejos de la estrella

que aún brilla en el inhóspito Centauro;

dibuja las orillas de la Luna,

sus mares interiores con sus cráteres,

traza el tímpano azul para ese templo

donde morir, dormir, soñar apenas.

La noche espejeando sobre el río,

la noche y sus aromas sosegados

de jazmín y dondiego en los arriates.

La noche convocando a nuestros cuerpos

a otra danza, mecánica celeste

en la que somos frágiles cometas.

La noche, con sus jugos silenciosos

entre las blancas sábanas del beso;

la noche encaprichada del amor,

su dios más deseado, su dios único.

Mas, ahora que el Heósfero se esfuma

y llega la mañana con sus trinos,

¿qué habré de describir, con cuáles versos?

¿Qué canto esbozará mi desamparo?

Sin título (ea)(y III, en verso blanco), de PhilomenaDuvoltier

¿Qué canto esbozará mi desamparo?

¿Qué planetas alcanzará mi grito?

No sé si he de llorar o maldecir.

¿Quién podrá freno a todo mi espanto?

¡Estrellas, cuerpos celestes, cometas!

Una ola gigantesca se levanta,

se cernirá sobre mi oscuro pecho.


Salgo de paseo (acróstico, I) , de Elena Noalto

Se cernirá sobre mi oscuro pecho

Al alba, casi al borde del bostezo,

La camiseta nueva de deporte.

Generoso, mis pasos amortigua,

Omnipresente, el suelo de este pueblo.

Desfogar tanto encierro en una hora

Es difícil tarea en solo un día.

Pero mañana espera otra jornada

Abierta a caminatas matutinas.

Suaviza el aire libre el pensamiento

Enturbiado por tantas desventuras.

Olvidaremos pronto este tormento.

Os espero en el bar (acróstico, y II), de Eva Nescente

Olvidaremos pronto este tormento,

Saldremos a la vida, como antaño,

En sana soledad, no cual rebaño,

Sin prisa frente al sol o cara al viento

Perseguiremos, sí, cada fragmento

Espléndido de luz, y el rostro huraño

Revertirá en un gesto hasta ahora extraño:

Ojos y boca en muestra de contento.

Este es, en fin, un canto de esperanza,

No un mero pasatiempo de poetastro

Entretenido en lances de Quijote.

La primavera fuera brinca y danza,

Blande Luna su rostro de alabastro

Arrojando a los pies este estrambote:

Recuerda el porvenir antes que explote.

Rima y canta, primo (acróstico, yIII), de PhilomenaDuvoltier

Recuerda el porvenir antes que explote.

Inicia la feliz desescalada.

Muta, deja atrás la vida enlatada.

Anda, bribón, no seas tan carajote.

Y, si engordaste como un cachalote,

Cuenta pasos, que no es una putada.

Anímate: un poco, mejor que nada.

No sea que de estas salgas con un mote.

Te darán cita en la peluquería.

Abrirán pronto las tiendas y bares.

Pasará el tiempo de los caracoles.

Regresará otra vez la lotería.

Ignorarás el virus, sus azares.

¿Miedo? Ni mijita, con dos bemoles.

O mejor con arroz y muchas coles.

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