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  • Foto del escritorDr. Goodfellow

El microrrelato como fenómeno literario y social

La narrativa brevísima está de moda. El microrrelato forma parte de un complejo fenómeno cultural internacional que cuenta con la colaboración de las redes sociales e Internet para su popularización más allá que cualquier otro género literario. Una expresión literaria con precedentes en el modernismo, pese a que la brevedad como manifestación ha estado presente en todas las culturas desde hace siglos, como atestiguan los epigramas, haikus, etcétera. Sin embargo, se debe subrayar que no todo texto breve es un microrrelato. La calidad narrativa resulta fundamental para diferenciar contenidos. Igualmente, el estilo y el manejo de herramientas expresivas son esenciales, así como la participación activa del lector. Un juego interpretativo que convierte lo mínimo en un desplegable de mensajes.

En este sentido, mucho se ha escrito sobre cuáles deben ser las características de un texto breve para ser considerado microrrelato o minicuento, hiperbreve, minificción y otras muchas denominaciones según latitudes geográficas. En líneas generales, investigadores y escritores coinciden en que debe presentar algunos elementos fundamentales, como son la brevedad, precisión en el lenguaje, intensidad, carácter proteico, intertextualidad, ambigüedad, elipsis y la participación del lector. Nada sencillo cuando se busca mantener el interés y proponer nuevos retos a los lectores. Una constante dinámica para la recreación de historias ya conocidas o nuevas que presenten cierto carácter lúdico y un elemento sorpresivo y/o doble lectura intrínseco en el mensaje.



En esta década del siglo XXI en la que asistimos con incredulidad a nuevos retos sociales y medioambientales, la literatura también se enfrenta a estas manifestaciones expresivas que críticos y académicos empiezan a observar con interés. De hecho, el investigador Carlos Rincón subrayó en su libro El cambio de noción de literatura (1978) la necesidad de renovar el concepto de literatura para dar cabida a nuevas expresiones literarias surgidas en el siglo XX a raíz de los medios de comunicación de masas. Asimismo, la publicación de numerosas antologías de microrrelatos cada año constituye un fenómeno esencial en el desarrollo de la literatura, principalmente latinoamericana desde los años cincuenta del siglo XX con la publicación del clásico Cuentos breves y extraordinarios (1955), antologado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. De hecho, en Latinoamérica, existe una mayor profusión de autores que han potenciado y siguen desarrollando la narrativa brevísima. Entre ellos y por orden cronológico podemos citar a Julio Torri, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Juan José Arreola, Augusto Monterroso, Marco Denevi, Luisa Valenzuela, Luis Britto García, Cristina Peri Rossi, Juan Armando Epple y Pía Barros entre otros.

El fenómeno del microrrelato también está presente en el ámbito académico. Así, el primer Congreso Internacional de Minificción tuvo lugar en México, en 1998, organizado por el investigador Lauro Zavala, y desde entonces se celebran congresos internacionales cada dos años. En México cuentan con un canal de radio dedicado al microrrelato y en internet abundan las páginas, tanto personales como colectivas, que abordan el microrrelato. Asimismo, encontramos revistas literarias enfocadas a la narrativa breve, como la peruana Plesiosaurio o la clásica El Cuento, revista de imaginación, fundada en 1939 por el escritor Edmundo Valadés. Por su parte, las editoriales también se han hecho eco de este fenómeno y hoy existen sellos especializados en la publicación de brevedades, como Thule, Micrópolis, Macedonia y La Tinta del Silencio entre otros.

Observamos por tanto que el interés por el microrrelato es elevado y también el peso de las antologías en este campo, ya sean en papel o en formato electrónico, puesto que sirven para impulsar a este nuevo género considerado por muchos como el hermano pequeño del cuento.

En este sentido, la investigadora Leticia Bustamante publicó en su tesis doctoral (2013) que «las antologías de microrrelatos, tanto publicadas en España como en Latinoamérica, constituyen un pilar fundamental en la normalización del género, ya que impulsan su difusión, consolidación y canonización». Se trata en definitiva de obras que muestran la historia y evolución del microrrelato. Compendios que aglutinan diferentes temáticas y buscan en muchas ocasiones dar voz a las minorías además de servir como medio para visibilizar problemáticas sociales, como en el caso de la serie de antologías ¡Basta! Contra la violencia de género, que se extendió como la pólvora a numerosos países latinoamericanos desde la publicación de la primera antología en Chile por Asterión Ediciones. Una obra compilada por Pía Barros, maestra consagrada del género y destacada activista social.

De hecho, las antologías de microrrelatos mantienen ese carácter reivindicativo y de denuncia social en nuestros días, logrando así la interrelación directa entre literatura y sociedad más que ningún otro género.

Otro de los fenómenos actuales en torno al microrrelato es la creación de diferentes colectivos que entienden las posibilidades del texto breve más allá de lo literario. Es el caso de la Red de Escritoras de Microficción (REM), integrada por más de cien escritoras internacionales. Una red feminista que busca ofrecer visibilidad a la mujer en la cultura y en la sociedad. Esta red potencia la creatividad, la solidaridad y la diversidad a través de eventos, como carruseles de microrrelatos contra la violencia de género, y la publicación de antologías colectivas, como Mínimas Máximas (2021).

Igualmente, nos encontramos con el Colectivo Internacional Minificcionistas Pandémicos, surgido a raíz de la Pandemia de 2020 gracias a la iniciativa de la escritora chilena Patricia Rivas. Una propuesta para el fomento de la creación que integra a numerosas escritoras y escritores de micros con el objetivo de ofrecer mayor visibilidad al género. Para ello, el colectivo realiza diversas actividades, como festivales internacionales de minificción, lecturas colectivas y antologías para compartir sus creaciones.

Por último, no debemos olvidar otro grupo surgido también en 2020 a raíz de la pandemia: Somos Mar. Una agrupación feminista que surge de la mano de la escritora canaria Yurena González, quien creó este canal como encuentro para escritoras y que hoy en día mantiene su vigencia.

Con todo, agrupaciones que convierten al microrrelato no ya solo en el género rey de la sociedad tecnológica actual, sino también en un medio para potenciar una sociedad más justa e igualitaria y en la que la literatura tenga un mayor protagonismo social.


Sara Coca

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