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  • Foto del escritorDr. Goodfellow

Dicen los síntomas, de Bárbara Blasco



El Tusquets de Novela no debe ser un premio al uso. No lo digo por su dotación económica ni por su relevancia mediática, sino porque la novela premiada en 2020, Dicen los síntomas, de Bárbara Blasco, es literatura. Es decir, que rescata del olvido aquello que la mirada contemporánea ignora con indiferencia. Y eso, no me negarán, es fruta prohibida en muchos certámenes de relumbrón.

Narrada en primera persona por una mujer que se acerca a los cuarenta, filóloga de formación pero camarera de profesión, soltera, sin hijos, que intenta quedarse embarazada recurriendo a encuentros de una sola noche y con una peculiar obsesión por la enfermedad como modo de conocimiento, como forma de aproximarse al mundo y a los otros, la novela transcurre mientras espera la muerte de su padre, que yace en coma. La enfermedad parece un arte abstracto pero es figurativo, anota en su libreta.

La estancia en el hospital, con su paquidérmico transcurrir del tiempo, es el escenario elegido por la autora para presentarnos las grietas familiares en la vida de la narradora. Hija de un padre moribundo por el que siente un profundo resentimiento, se reparte las horas de cuidado del enfermo con la madre, una mujer dueña de un lenguaje lleno de giros sin señalizar que no sabe vivir sin cuidar de otros. La hermana, Esther, el contrapunto de perfección hostil al caos en el que vive la protagonista, esgrime una vida real, con trabajo, marido e hijos, para eludir los turnos hospitalarios. Una vida, en definitiva, opuesta a la de la protagonista, sumida en el desorden y en la desconfianza hacia los demás (… me parecen más sinceros los síntomas del cuerpo que las opiniones de quienes los habitan). Una desconfianza que se quiebra cuando el extraño, un enfermo que comparte habitación con su padre, se gana su complicidad a base de charlas y lecturas.

El argumento, aparentemente sencillo, esconde una mirada ácida, rebosante de lirismo y de referencias literarias con la que se tratan asuntos como la soledad o la enfermedad, valga la redundancia. Muchos son los autores que han hablado de la muerte en sus obras hasta convertirla en uno de los grandes temas de la literatura universal, pero pocos los que se han acercado a ella a través del proceso de degeneración y decadencia al que nos somete la enfermedad. Y un relato sobre la enfermedad no es sólo un relato sobre la muerte. También lo es sobre el paso del tiempo y sobre la realidad. Porque la realidad, la vida, no es otra cosa que una enfermedad, un proceso de decadencia que culmina con la muerte.

Para componer este retrato, del que el lector difícilmente saldrá indemne, Bárbara Blasco elige un estilo minuciosamente realista, deliberadamente poético. Una interesante propuesta en el gabinete del doctor Goodfellow para empezar el año.


Manuel Valderrama Donaire

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